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Coches que quizás no conocías

Schuppan 962 CR: De Le Mans a la calle

Cuando quieres usar tu coche de carreras para diario, es que es realmente bueno.

La semilla:

Si peinas canas y eres un amante del automovilismo, te sonará el nombre de Vernon Schuppan. Vern se alzó con la victoria en Le Mans en el año 1983, a los mandos de un Porsche 956, con el que también conquistó el campeonato de Sport-prototipos japonés de ese mismo año, siendo además el primero que se celebraba.

El Porsche 956 era un coche de carreras casi perfecto, solo eclipsado por su hermano mayor y mito, el 917. Era un vehículo muy fiable y extremadamente rápido. Gracias a su mecánica bóxer de seis cilindros con sobrealimentación, rendía una potencia cercana a los 635cv, que hacían volar a un conjunto que apenas superaba los 800kg de peso. Pero solo literalmente, pues el 956 fue el primer Porsche en contar con el efecto suelo, y ofrecía tres veces más agarre aerodinámico que su antecesor, manteniendo el coche pegado al asfalto, incluso a velocidades superiores a los 350km/h. Dice la leyenda que a esa velocidad, se podía conducir el coche bocabajo sin que se descolgara del techo…

El homenaje:

Para celebrar ambas gestas, sobretodo la conseguida en Le Mans, Vern decide en el año 1992 extrapolar el coche de carreras a la calle, y con el consentimiento de Porsche y diverso apoyo financiero japonés, Schuppan produce varios 962 para carretera, destinados en principio a ese mercado asiático.

Dinámicamente, eran coches de carreras con modificaciones mínimas para poder ser legalizados. El bastidor monocasco de fibra, diseñado ex profeso para el modelo de calle, fue creado por Mike Simcoe, de GM Holden Australia, y la fabricación corría a cargo de Reynard Motorsport, en el Reino Unido. La mecánica era la misma que la usada por el modelo de competición, un seis cilindros plano con sobrealimentación, que para la ocasión había visto aumentada su cilindrada a 3.300cc. Rendía 608cv y se transmitían a las ruedas traseras mediante una caja manual de cinco velocidades. Sus prestaciones estaban a la altura de los superdeportivos de la época, pues solo 3,5 segundos le bastaban para completar el 0-100km/h y seguir escalando en el velocímetro hasta los 370km/h.

Schuppan buscó que su creación se asemejara estéticamente a la gama Porsche de entonces, en aras de hacerla más atractiva y moderna, pues el diseño del Porsche 962 era de mediados de los ochenta. El resultado era una mezcla de lo más curiosa, pues el frontal y la trasera recordaban al Porsche 959, pero el cuerpo era claramente el de un sport prototipo.

Cada vehículo iba personalizado a gusto del cliente, hecho que incrementaba la ya de por si abultada factura inicial, pues en el año 1991 el precio de compra oscilaba entre 1,5 y 1,9 millones de dólares, muy superior al de sus rivales como el McLaren F1 o Bugatti EB110. Se rumorea que algunas de las unidades alcanzaron los 2,5 millones de dólares. De hecho, es uno de los coches nuevo más caros jamás vendidos, y, si tuviéramos en cuenta la inflación actual, superaría el precio actual del Bugatti Chiron.

Por desgracia, la aventura de Vern duró poco, pues dos de los coches vendidos en Japón nunca fueron abonados, y junto al elevado coste de producción del 962CR, y la recesión económica de mediados de los noventa, se vió obligado a declararse en bancarrota 2 años después del inicio de su aventura, y con solo 6 modelos construidos.
El 962CR es una de esas tantas irracionalidades que nos dejó la década de los noventa. Coches creados desde la pasión, que lograron esquivar todos los impedimentos para llegar a ver la luz, y que nunca volverán a repetirse. Bendita locura.

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