¿Un V10 delantero, puertas de alas de gaviota, y un diseño a cargo de un exingeniero de Fórmula 1? Si estás hiperventilando, tranquilo, es normal. El Bristol Fighter lo merece.
Bristol, aparte de ser una de las mejores ciudades para vivir del Reino Unido, es una marca de automóviles. Seguro que solo sois unos pocos los que conocéis su existencia, y algunos más los que os estáis preguntando de dónde demonios sale, y como han creado la maravilla que ilustra el artículo.
Un poco de historia:
La BAC —Bristol Aeroplane Company—, no quería volver a revivir el bache económico que sufrió al finalizar la I Guerra Mundial, al disminuir de forma considerable la fabricación de aviones, por la falta de demanda. Por ello, antes de la finalización de la II Guerra Mundial, creó Bristol Cars en el año 1945, una joint venture con Frazer Nash. Si, la marca tiene más de 70 años.
En sus inicios se basaron en chasis y motores de BMW, en especial del modelo 328 de la compañia bávara. Los primeros, incluso, mantenían el doble riñón característico de la marca alemana en el frontal.
Bristol siempre ha sido una marca artesanal, con una única fábrica, sin concesionarios ni distribuidores. Sus diseños se han caracterizado por su discreción, demasiada para las prestaciones que sus modelos escondían. Y es que la premisa de Bristol era la de fabricar coches cómodos y prácticos, utilizables en el día a día sin renunciar a la calidad ni el confort.
Fighter, una declaración de intenciones:
El propósito de Bristol no era el de fabricar un superdeportivo, pero el Fighter no dejaba indiferente a nadie, ni por diseño ni por prestaciones. La criatura surgió de la manos de Max Boxstrom, antiguo ingeniero de la escudería Brabham de Fórmula 1, el equipo fundado por Sir Jack Brabham. No es de extrañar que su coeficiente aerodinámico sea de tan solo 0,28Cx.
Su carrocería seguía los patrones de diseño de los grandes coupes del pasado: Un interminable capó donde poder albergar la enorme planta motriz, un habitáculo para dos personas al que se accedía mediante unas exóticas puertas de apertura en alas de gaviota, con los asientos situados apenas unos centímetros por delante del eje trasero, y una zaga que finalizaba de forma truncada, dotando al conjunto de una fuerte personalidad.
2007 Bristol Fighter T top car rating and specifications
El V10 de origen Chrysler, que pertenece a la familia de motores LA, cubica la friolera de 7.996cc. ¿Te suena? En efecto, es familiar directo del motor que monta el Dodge Viper. Su potencia, después de pasar por las manos de los ingenieros de Bristol, asciende a 525 cv que sacan a relucir todo su poderío a 6200 rpm. Como puedes imaginar, el par motor no se queda atrás, y eroga unos increíbles 712Nm de fuerza. Si la cifra de potencia no te parece suficiente, una muy limitada versión S conseguía arrancar 628cv del mismo bloque.
El elevado peso del vehículo, 1600kg, no parece ser problema para el motor, que acoplado a una transmisión manual de 6 velocidades —había en opción una automática de 4—, consigue disparar al biplaza inglés a 100km/h en menos de 4 segundos, y logra alcanzar una velocidad máxima de 340km/h.
A estas alturas estamos seguros que estás buscando como un poseso una unidad en los anuncios clasificados de segunda mano, con estéril resultado. No desesperes, es normal. Bristol Cars no suele facilitar el numero de unidades que fabrica de sus vehículos, pero se calcula que solo 20 son los Fighter que han sido creados. Si encuentras uno, déjame recordarte que su precio en el año 2005 ascendía a 263.000€ para la versión normal, y casi 300.000€ para el Fighter S. Y es que, aunque su producción se iniciase en el año 2003, su rareza lo convierte en un modelo muy cotizado.
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